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“Cuando el juego domina la sala: padres alertan, psicólogos advierten y los jóvenes permanecen en línea”

En los hogares de hoy, lo que comenzó como un entretenimiento ocasional se ha convertido para muchos adolescentes en una rutina diaria virtual. Juegos como Fortnite, PUBG: Battlegrounds, Minecraft, Roblox y otros menos conocidos, como el mencionado Call Duty, ya no sólo son partidas, sino espacios online activos donde los jóvenes interactúan, compiten y, en muchos casos, se aíslan de la vida familiar o real. Según una reciente encuesta del Pew Research Center, el 85 % de los adolescentes afirma jugar videojuegos y el 41 % lo hace al menos una vez al día. Ahora, los especialistas alertan sobre los efectos colaterales: sueño interrumpido, bajo rendimiento académico, irritabilidad, aislamiento social e incluso compras dentro del juego sin control.

Muchos de estos juegos permiten chat de voz y texto con desconocidos, microtransacciones y progresos constantes que motivan a seguir jugando sin detenerse. Un estudio advierte que los juegos online pueden afectar el bienestar psicosocial de adolescentes y jóvenes adultos. Títulos populares entre los niños, como PUBG, Minecraft y League of Legends, se encuentran entre los más jugados en el mundo y, aunque fomentan la creatividad y el trabajo en equipo, también pueden convertirse en una vía de escape que afecta la conducta, la socialización y el descanso.

Los expertos advierten que esta exposición constante puede transformar la relación entre los jóvenes y su entorno. Muchos padres aseguran que sus hijos se muestran irritables, impulsivos o retraídos cuando se les limita el tiempo de juego. La psicóloga y especialista en adolescencia y nuevas tecnologías, doctora Marta Sánchez, explica que cuando un joven pasa de jugar ocasionalmente a vivir dentro del juego, se modifican sus ritmos biológicos, sociales y emocionales. “El juego deja de ser solo ocio y se convierte en una respuesta de escape o de búsqueda de reconocimiento, lo que puede desencadenar irritabilidad, rendimientos académicos pobres o vínculos familiares distantes”, sostiene la especialista.

Los signos de alerta son claros: los jóvenes comienzan a dormir menos, evitan las comidas familiares, se irritan fácilmente y prefieren pasar horas frente a la pantalla antes que conversar o salir de casa. En muchos casos, también se detecta interacción con desconocidos, compras dentro del juego sin supervisión y una disminución notable en el rendimiento escolar. Los padres, sin saber con quiénes juegan sus hijos o qué contenido consumen, se sienten impotentes frente a un fenómeno digital que avanza más rápido que su capacidad de respuesta.

La recomendación de los especialistas es mantener una comunicación constante con los hijos, interesarse por los juegos que utilizan, establecer límites de horario y fomentar actividades fuera del entorno digital. También es importante promover el equilibrio entre el juego y la vida real: deporte, descanso, socialización y estudio. En los casos en que los síntomas de dependencia o aislamiento sean evidentes, los expertos sugieren acudir a un psicólogo especializado en adolescentes o en conductas digitales.

El universo de los juegos online ya no es solo un pasatiempo: es una comunidad global activa, una forma de socialización e incluso un refugio para muchos jóvenes. Sin embargo, sin la guía adecuada, puede convertirse en un espacio de aislamiento, estrés y ruptura familiar. Como padres y educadores, el reto no es prohibir el juego, sino acompañarlo, entenderlo y ayudar a que sea una parte saludable de la vida del joven, no su mundo completo.

Fuente: Pew Research Center, Teens and Video Games Today (mayo 2024).
👉 https://www.pewresearch.org/internet/2024/05/09/teens-and-video-games-today

Por: Play Multimedios

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